Nació en Buenos Aires, en el seno de una familia de cómoda posición económica, lo que parece haberlo marcado artísticamente: su orquesta, de estilo refinado y aristocratizante, fue la preferida de los círculos elegantes.
Sin embargo, pese a que el padre de Osvaldo era un rico comerciante, cuando el niño tenía diez años la familia se asentó en La Paternal, un barrio algo apartado y humilde, de casas bajas y ambiente popular, lo que también gravitó en su destino.
Allí se inició en el bandoneón.
La suya fue la trayectoria más extensa que pueda hallarse en el tango: más de 1.250 grabaciones dan testimonio de ella.
El jardín de mi casa es pequeño pero sin embargo embelle su entorno. Lo concebí de una manera prolija pero sin el más mínimo plan... Sin orden ni organización se fue haciendo a pulmón con dedicación y entusiasmo. Su piso no es de césped... Es de baldosones grises... Así que le falta el corazón palpitante de los prados... Esa desmesurada sensación de bienestar que nos da pisar la tierra y aspirar el olor al pasto recién cortado no se encuentran acá... ...No obstante eso, este lugar es un lugar con magia. Aquí las mariposas y los pájaros se posan en las plantas entre la mística y el perfume. La una por el amor con que fue recreado y la otra por el florido resultado de ese amor hecho flor... Así pude desdibujar en parte el gris de las baldosas... ...Y además, como revancha, me adueñé del aire... Y colgué... Colgué por todas partes macetas... Y logré que el verde de las plantas sea lo primero que se ve por la ventana al asomarse. Y colgué por doquier llamadores: de cristal algunos, de metal otros, alguno de bambú y otros de ágata...Y en esa mezcla de texturas, en ese movimiento de larguras y en ese combinar de materiales le pude poner música al vergel. Y tomé las dos paredes de ladrillos... Les coloqué jazmines trepadores... Y perfumada madreselva... Y Santa Ritas de color naranja y fucsia... Cultivé azaleas blancas y rosadas, planté geranios bicolores, escondí en la sombra del azahar violetas de los alpes... Puse portulacas allí donde el sol se planta todos el día... Desparramé por todos lados alegrías del hogar... En el centro, una palmera, con ese baile perpetuo que tiene con el aire. Hasta puse un aloe y especié este jardín con menta, orégano, romero y albahaca... Y acomodé potus y un palo de agua en buena sombra, un helecho gigante y dos plantas moradas con buen cuerpo... Y hasta un gran ficus... ...Debajo de él las clavelinas con una begonia bien plantada... Y en el rincón más lindo de la verja dejé un jazmín del Cairo... ...Para recibir a mis amigos aromados. "Bagualera" Interpretada por ESCALANDRUM, con el "Pipi" Piazzolla en la batería
El maestro de piano Hoy cumple los 80 y mantiene la cabeza intacta y la pinta invicta. Horacio Salgán sigue siendo el mismo cajetilla de siempre y el mismo músico de toda la vida. Para los porteños, forma parte de un sobreentendido, de una contraseña tanguera, de un signo de distinción reservado solo para elegidos. Si existiera peor venganza que la del olvido, Salgán extendió una ancha gambeta musical para permanecer presente en el recuerdo y en el silbido. Ha completado, en el almanaque, una segunda jubilación: rigurosamenmte acredita 65 años de músico profesional, desde aquel contacto primario con el público, en 1931, acompañando con el piano las películas mudas en el cine Universal, de Villa Devoto. Soportó, por un tiempo, el viejo vicio argentino de la ingratitud, pero su talento se impuso a la indolencia y a la sordera : acaso su nombramiento como Personalidad Emérita de Buenos Aires (1995) constituya un resarcimiento y una recompensa para tanta grandeza. Fragmento de nota en diario "Clarín del 15/06/1996-Buenos Aires Argentina
Nadie como él supo combinar la cadencia rítmica del tango con una estructura armónica, en apariencia sencilla, pero llena de matices y sutilezas. No estuvo enrolado en ninguna de las dos vertientes de su época.
No fue una orquesta tradicional, al estilo Firpo o Canaro.
Tampoco un seguidor de la renovación decareana. Di Sarli impuso un sello propio, un perfil musical diferente que se mantiene inalterable en toda su prolongada trayectoria. En los comienzos, su sexteto nos revela la influencia de Osvaldo Fresedo.
Y es cierto, opino que no hubiera habido un Di Sarli si no hubiese existido un Fresedo.
Pero, sólo como antecedente necesario de un estilo que, con el tiempo, se convertiría en un modelo puro, de naturaleza propia y diferenciada. Fue un pianista talentoso, quizás uno de los más importantes, que dirigió su orquesta desde el instrumento, con el que dominaba la sincronía y la ejecución del conjunto. En su esquema orquestal no existían los solos de instrumentos, la fila de bandoneones cantaba por momentos la melodía, pero tenía un papel esencialmente rítmico y milonguero.
Únicamente el violín se destacaba de un modo extremadamente delicado, en algún solo breve o en un contracanto. El piano mandaba de una forma sugerente, con un bordoneo que se hizo marca registrada del maestro, encadenando los compases de la obra y acentuando un ritmo delicado y elegante, especial para la danza.
Daniel Pipi Piazzolla, nieto del gran compositor argentino Ástor Pantaleón Piazzolla, es uno de los bateristas más interesantes y creativos de la escena jazzística argentina. Y gracias a su espíritu inquieto (y a sus dotes naturales, obviamente) está en pleno crecimiento y vaya uno a saber dónde queda su techo. Verlo tocar es un placer. Nos dice: Desde que era chico siempre hubo música en mi casa... algo obvio. Lo que se escuchaba era Oscar Peterson y a mi abuelo, porque mi viejo era fanático de la música del padre. Es medio loco pero era así. También iba a ver muchos shows de mi abuelo; tenía unos 4 años y ponía el pie arriba de una silla y hacía como que tocaba el bandoneón. A los 5, mi abuela me regala un tecladito chiquito naranja; un día escucho una melodía de una propaganda de la tele y al toque, de oído, la saco igual. Y bueno... a la semana estaba estudiando piano clásico. Fui unos 4 ó 5 años hasta que me aburrió esa cosa estricta que tiene el régimen clásico, porque yo tenía la rara habilidad de que leía la parte una vez y ya me la aprendía de memoria; y así y todo me obligaban a tocar con la partitura enfrente... y eso me fue alejando... Otra cosa es que yo tenía 7 u 8 años y me tomaba el colectivo 59, solito, desde Belgrano hasta el Obelisco para tomar las clases...… Es inimaginable eso verdad? Ni hablar... la cuestión es que me alejé de la música y por otro lado empecé a hacer deportes. Fui capitán del equipo de rugby Los Pinos, de Del Viso, que, en un gran porcentaje, estaba integrado por miembros de la hinchada de Defensores de Belgrano (risas), así que imaginate lo que era eso... Yo jugaba de medio scrum, era el más chiquito y me pusieron de capitán. Y me respetaban... y me protegían también. Nunca me lastimé ni nada, fue una muy linda experiencia. En mi casa, por suerte, nunca me obligaron a hacer nada. Si quería tocar el piano o dejarlo o jugar al rugby... estaba bien. Hasta que un día me invitaron a ver un concierto de Rod Stewart en River; en esa época mi viejo estuvo separado de mi vieja (durante 5 años, ahora están juntos de nuevo) y se volvió un pendeviejo; andaba en una moto 1100 y pasaba a 190 km. por hora y yo a mis amigos les decía "ahí va mi viejo" (risas). Y entonces todos sus amigos tenían 20 años y uno fue el que me invitó al concierto. Fue a finales de los '80. En esa época mi viejo estaba en el conjunto electrónico de mi abuelo y tocaba ahí teclados y percusión; y medio me había picado el bichito de nuevo. Un día se compra una máquina de ritmos y yo jugaba con ella armando cositas... yo era fanático de River y mi ilusión era tocar el bombo en la popular... hasta que me di cuenta qué tenías que ser o hacer para pertenecer (risas). La cuestión es que en el concierto se vino un solo de batería y quedé hipnotizado. A la semana ya estaba tomando clases con el Oso Picardi y me acuerdo que en la primera clase veo una batería y... ¡tenía pedales! (carcajadas). Es que nunca había visto una batería de cerca... desde ese momento hasta hoy pienso las 24 horas del día en el instrumento. Me volví loco. Todavía recuerdo el olor que tenían el primer par de palillos que me regalaron... enloquecí... pasión pura..