¿Dónde quedaron los valores? El amor al prójimo. el respeto por la niñez y los abuelos, las buenas costumbres, la familia, la franqueza de los que te quieren bien, escuchar las preguntas y pensar las respuestas, el servicio hacia los otros, tararear una canción, silbar por la calle, el piropo florido de un caballero y ... Los barriletes de colores!!
Estás desorientado y no sabés qué "trole" hay que tomar para seguir. Y en este desencuentro con la fe querés cruzar el mar y no podés. La araña que salvaste te picó -¡qué vas a hacer!- y el hombre que ayudaste te hizo mal -¡dale nomás!- Y todo el carnaval gritando pisoteó la mano fraternal que Dios te dio.
¡Qué desencuentro! ¡Si hasta Dios está lejano! Llorás por dentro, todo es cuento, todo es vil.
En el corso a contramano un grupí trampeó a Jesús... No te fíes ni de tu hermano, se te cuelgan de la cruz...
Quisiste con ternura, y el amor te devoró de atrás hasta el riñón. Se rieron de tu abrazo y ahí nomás te hundieron con rencor todo el arpón
Amargo desencuentro, porque ves que es al revés... Creiste en la honradez y en la moral... ¡qué estupidez!
Por eso en tu total fracaso de vivir, ni el tiro del final te va a salir.
Daniel Pipi Piazzolla, nieto del gran compositor argentino Ástor Pantaleón Piazzolla, es uno de los bateristas más interesantes y creativos de la escena jazzística argentina. Y gracias a su espíritu inquieto (y a sus dotes naturales, obviamente) está en pleno crecimiento y vaya uno a saber dónde queda su techo. Verlo tocar es un placer. Nos dice: Desde que era chico siempre hubo música en mi casa... algo obvio. Lo que se escuchaba era Oscar Peterson y a mi abuelo, porque mi viejo era fanático de la música del padre. Es medio loco pero era así. También iba a ver muchos shows de mi abuelo; tenía unos 4 años y ponía el pie arriba de una silla y hacía como que tocaba el bandoneón. A los 5, mi abuela me regala un tecladito chiquito naranja; un día escucho una melodía de una propaganda de la tele y al toque, de oído, la saco igual. Y bueno... a la semana estaba estudiando piano clásico. Fui unos 4 ó 5 años hasta que me aburrió esa cosa estricta que tiene el régimen clásico, porque yo tenía la rara habilidad de que leía la parte una vez y ya me la aprendía de memoria; y así y todo me obligaban a tocar con la partitura enfrente... y eso me fue alejando... Otra cosa es que yo tenía 7 u 8 años y me tomaba el colectivo 59, solito, desde Belgrano hasta el Obelisco para tomar las clases...… Es inimaginable eso verdad? Ni hablar... la cuestión es que me alejé de la música y por otro lado empecé a hacer deportes. Fui capitán del equipo de rugby Los Pinos, de Del Viso, que, en un gran porcentaje, estaba integrado por miembros de la hinchada de Defensores de Belgrano (risas), así que imaginate lo que era eso... Yo jugaba de medio scrum, era el más chiquito y me pusieron de capitán. Y me respetaban... y me protegían también. Nunca me lastimé ni nada, fue una muy linda experiencia. En mi casa, por suerte, nunca me obligaron a hacer nada. Si quería tocar el piano o dejarlo o jugar al rugby... estaba bien. Hasta que un día me invitaron a ver un concierto de Rod Stewart en River; en esa época mi viejo estuvo separado de mi vieja (durante 5 años, ahora están juntos de nuevo) y se volvió un pendeviejo; andaba en una moto 1100 y pasaba a 190 km. por hora y yo a mis amigos les decía "ahí va mi viejo" (risas). Y entonces todos sus amigos tenían 20 años y uno fue el que me invitó al concierto. Fue a finales de los '80. En esa época mi viejo estaba en el conjunto electrónico de mi abuelo y tocaba ahí teclados y percusión; y medio me había picado el bichito de nuevo. Un día se compra una máquina de ritmos y yo jugaba con ella armando cositas... yo era fanático de River y mi ilusión era tocar el bombo en la popular... hasta que me di cuenta qué tenías que ser o hacer para pertenecer (risas). La cuestión es que en el concierto se vino un solo de batería y quedé hipnotizado. A la semana ya estaba tomando clases con el Oso Picardi y me acuerdo que en la primera clase veo una batería y... ¡tenía pedales! (carcajadas). Es que nunca había visto una batería de cerca... desde ese momento hasta hoy pienso las 24 horas del día en el instrumento. Me volví loco. Todavía recuerdo el olor que tenían el primer par de palillos que me regalaron... enloquecí... pasión pura..